Pequeña...¿visita? [Libre]

De acuerdo, de acuerdo, tal vez Alaska se estuviera volviendo alarmantemente rutinario, tal vez Tanya tenía días desaparecida (esa chica sí que se hacía desear cuando quería), tal vez Eleazar iba y venía con Carmen, siempre de la mano, siempre caminando por ahí, recorriendo la vida juntos...qué bello...¡Sólo porque ella no podía ir y romper su profunda cursilería!
Garrett era magnífico, claro, pero tal vez aquella tarde había salido de caza, y ella ya estaba satisfecha.

Por ello tal vez, y sólo tal vez, se le ocurrió evocar a un espíritu nómada que ni siquiera sabía que tenía, salir de viaje tan sólo esa tarde, a un lugar más interesante, un sitio donde realmente tuviera diversión...
"Mhm...¿Qué tal Forks?"
Sí, ¿por qué no?
Apenas tuvo oportunidad emprendió la marcha, tener una velocidad vampírica simplemente era de enorme utilidad en algunas ocasiones. Ésa era una, viaje por aburrimiento.

No había nada mejor que eso, a su parecer, correr libremente, viendo cómo el mundo pasaba conforme sus pies se estrellaban contra el suelo de forma invisible, viendo cómo el paisaje cambiaba, cómo el día pasaba, cómo se hacercaba cada vez más a Washington y ni una gota de sudor se hacía presente en su perlada y pálida frente.
Pronto (más de lo que creía, ¡realmente era buena en esto!) los bosques de Forks se hicieron presente ante sus ojos. La tímida luz del sol asomando entre las copas de los frondosos árboles y tiñendo el aire de un tono verdoso, era algo único, algo que sólo ese pueblito tenía, y francamente le gustaba.

El hedor de la sangre humana iba y venía por sus fosas nasales conforme comenzó a caminar por las calles como si nada. Algunos hombres se volteaban a mirarla, curiosos o embelezados. Ella sólo sonreía, jovial, conforme caminaba hasta un punto preestablecido desde antes de irse: La casa de los Cullen.
Los humanos eran una tentación, claro, pero tan leve que casi no representaban nada en su sistema. La palaba "sed" estaba ligada a un venado, un oso...o un pinguino, si hay demasiada desesperación. Así funcionaba la cabeza de Kate.
Apenas vio la blanca estructura resaltando entre toda la arboleda, no pudo evitar dejar salir una gran sonrisa. Los Cullen no eran los vampiros más "típicos" y justamente eso los hacía divertidos. Pasaría un buen día ahí, de eso estaba segura.

Continuó corriendo hasta notar una ventana abierta, al parecer daba a la cocina. Perfecto. Más originalidad, ni siquiera necesitaría la puerta.
Con su mano derecha tomó el umbral de la ventana para sostenerse, mientras con el resto de su ágil y esbelto cuerpo entraba furtivamente a la cocina de los Cullen, de una forma grácil y delicada.
Era una ironía tener una cocina en una casa de vampiros, era tan original que le hacía tener ganas de reír a carcajadas, esa familia era tan única, tan atípica...claro que no cambiaría a la suya por nada, pero nunca estaba mal observar otro modo de vida.
Toqueteó distraídamente un par de sartenes cuando pronto pudo escuchar unos pasos rápidos a sus espaldas.
-¡Vaya, hasta que alguien se digna a aparecer! Espero que no te moleste, me tomé la libertad de entrar por la ventana, da más adrenalina, ¿no crees?-no tenía idea de a quién le estaba hablando, pero el efluvio que entraba a su sistema no podía mentir, era indiscutiblemente un vampiro. Se volteó, divertida, para ver a qué miembro de la familia Cullen había hecho despertar de su nido de rosas.